Visitando ese bosque de recuerdos, Huancayo de antes en fotos, es que la muestra fotográfica sobre la primera explanada de la Casa de la Juventud y la Cultura, encontré esa placa, un poco anterior, donde los muchachos isabelinos de la promoción 1960 se mostraban alegres para la vida y para el viaje; sin presagiar que sería su último recuerdo.
Ver esa imagen me hizo recordar al joven maestro jaujino, integrante del Grupo Intelectual Primero de Mayo, poeta de fina fibra estética, enamorador y sencillo como lo recuerda don Sergio Castillo Falconí, hijo amable de una mujer del pueblo: Algemiro Pérez Contreras. Él era el asesor de esa promoción fatídica que se perdió en Ocros. La lluvia del tiempo es aún reciente para olvidarlos. Más aún cuando algunas novias vieron esfumarse como el humo del fósforo apagándose, su vida junto al ser que amaban, el anillo puesto en la iglesia.
Algemiro había nacido el 30 de diciembre de 1934, tenía 26 años cuando la parca abrió la puerta del uku pacha, el mundo de abajo. Siempre había vivido entre el jirón Gálvez y Sucre, en Jauja, en esa casita de adobe y rodeada de flores: malvas, claveles, clavelones y lágrimas de rocío. Contemporáneo de don Edgardo Rivera Martínez vivió entonces en esa Jauja que éste describe en su maravilloso “País de Jauja”.
Irse a Lima para estudiar en la primera Escuela Normal del Perú, la que fundara Simón Bolívar, y que hoy es la Universidad Nacional de Educación “Guzmán y Valle”, La Cantuta, le permitió ampliar su cultura poética y refinó sus dotes de versificador. Don Víctor Ladera lo recuerda como el más entusiasta de los jóvenes que se acercaron al Grupo Primero de Mayo. Algemiro es un lírico en esa pléyade de poetas combativos, antiimperialistas y de estirpe proletaria.
Había que reconocer que el mundo había cambiado, Jauja era simplemente un pueblo bucólico, la poesía moderna, la que aprendió en la capital, no tenía lugar en su tierra. Huancayo ya era una bullente ciudad, sus calles, su movimiento, sus perspectivas como foco cultural de la región central eran promisorias. Por ello decidió trasladarse a Huancayo en 1958, apenas graduado de profesor.
Los años 50 en Lima hicieron colisionar a los poetas entre los poetas sociales, que cultivaban una poesía contestataria y concientizadora, y los poetas puros, que se refugiaban en su torre de marfil para producir la belleza poética sin importarles el sufrimiento popular. Un ambiente polémico, hiriente y de definiciones, fue el que conoció Algemiro. Como joven, tal vez como lo sintió Javier Heraud, percibió que era hora de superar esa horrible dicotomía.
El mismo hálito de “El río” se respira en su “Innegable Herida”:
“Estoy en todo lo que existe,
amor, de amor hablando.
Estoy en todo lo que miras.
En todo lo que tocas
tu mano me da en el corazón.
Ámame en el agua, hilacha de cielo;
ámame en la luz, hilacha de fuego:
ámame en el viento, musical hilacha.
Estoy en todo lo que tocas
tu mano me da en el corazón.
En todo lo tocado
mi corazón tu nombre escribe.”
Ah, Nadil, musa poética. Tal vez estés oyendo y una lágrima recorra tu ajado rostro, como él lo estaría hoy también, y que tú lo recuerdas altivo, garboso, fácil de palabra.
“Toda mi juventud la llevas tú.
Toda mi juventud va contigo.
Hermosamente me transportas
De la nada a la más nada y te bendigo
mensajera, adorable mensajera.”
Y como Heraud un mensaje premonitorio:
“Por si tengo que ausentarme
como un cisne y nadie diga nada
como un lucero más y nadie diga nada
como un ángel del alma y nadie diga nada
sabed hermanos amigos compañeros
aquí dejo la forma mi voz
amadla si queréis
rompedla si queréis
yo solamente os digo
mi voz es la de ustedes.”
La poesía de Algemiro sigue siendo fresca y dulce como el agua del río Yacus. Jauja te vio nacer, pero aquí en Huancayo te amamos más Algemiro. Tu canto aún revolotea como el picaflor sobre nuestras cabezas. Y tú sigue dándoles belleza y alegría a los muchachos que te acompañaron. Tu voz sigue siendo la nuestra.
martes, 2 de marzo de 2010
Una espina ardiente en el corazón de Algemiro Pérez Contreras: Herida Innegable
domingo, 28 de febrero de 2010
JAUJA Y SU FERIA DE LIBROS
Por ejemplo, “EL FERROCARRIL AL CORAZÓN DEL PERÚ: JAUJA”, es en realidad la reedición de “Estudios sobre la Provincia de Jauja” (1859) que a propósito de los 100 años de la llegada del tren a Jauja, se publicó con la inclusión de fotografías, mapas, planos y perfiles que le dan valor agregado al libro. El autor, Manuel Pardo y Lavalle -primer presidente civil del Perú- revela de modo visionario, la necesidad de alcanzar el desarrollo y luchar contra la pobreza integrando y articulando el país, según el texto, tendiendo una red de comunicación ferroviaria. Además de ello, el libro contiene interesantes puntos de vista sobre los vigentes problemas y posibilidades de desarrollo local y nacional, sin escatimar por supuesto en apreciaciones sobre la hermosura de Jauja y el valle que lo circunda.
Con la reedición de “LA CASA GRANDE”, Isaías Rivera, pone a nuestro alcance diecisiete relatos de corte principalmente costumbrista, en los que aborda temas diversos como la descripción de paisajes naturales, costumbres populares, experiencias y anécdotas donde la sátira e ironía se presentan para, acertadamente, retratar la Jauja de hace treinta o cuarenta años, con sus personajes, usos, costumbres e idiosincrasia. Para ello echa mano de la representación-recreación de la trama, como la caricaturización de los personajes protagonistas de los relatos. Así, el autor, se enfrenta con serenidad y ternura al inexorable paso del tiempo y su jauría: la doble imagen espacio-temporal, en que madre y tierra conforman un corpus lumínico, se refleja entrañable en este libro.
Se evidencia entonces la impostergable necesidad de instaurar e institucionalizar la Feria del Libro Jaujino –a la luz de su 476 Aniversario de Fundación Española de Jauja- como actividad de promoción cultural y aporte al desarrollo social-cultural del Valle del Mantaro y de la provincia de Jauja, para reivindicación de la milenaria cultura Xauxa, en aras de su proyección, integración y respeto, así como de afirmación de la identidad y tradición jaujinas.
IMPERIOSA NECESIDAD
Para llegar a Jauja, no basta surcar las avenidas destrozadas por la desidia en estampida; el caminante (o su sombra) ha de contar con las armas de la aurora para romper la inercia y la rutina de los días, entender que nuestra tierra requiere de ciudadanos que ejerciten su conciencia en pos de conquistar la plena independencia, la democracia y la justicia verdaderas.
Si con gran acierto Bergson apuntaba: “Conciencia significa acción posible”; cabe recordar que, in generi, las manifestaciones creativas se ligaban con su praxis a la comunidad: crear era creer, vivir, dar cuenta de lo desconocido así como de “lo obvio” y es que primigeniamente la estética estaba entroncada con la ética: no importaba tanto la belleza de las obras, ni la exaltación de los artistas, sino la función social de la creatividad; pues “todo tenía un valor simbólico que se confundía con la vida diaria de los pueblos”; el tiempo para vivir y para crear era uno solo, ambos se confundían, era el medio para devolver lo humano a la humanidad.
En esa línea la I Feria de Libro en Jauja se realiza, fundamentalmente, para generar conciencia colectiva, a través del potencial creador que irradia la lectura. Creemos en los aportes de la cultura a la democracia y al desarrollo, porque es el máximo recurso para la gobernabilidad: tiene el privilegiado rol de fomentar el entendimiento humano y la ansiada cohesión social que dota a los individuos de un sentido de pertenencia, factor que determina el grado de participación de las colectividades (gobiernos y organizaciones) en todo emprendimiento.
[1] Fragmento del ensayo inédito “Jauja: Cultura y Desarrollo”
HOMENAJE A FLOR DE MARÍA AYALA: MUJER Y POETA
LA POESÍA COMO LEGÍTIMA DEFENSA
Con un haz de luz en la mirada, oteo el horizonte y, desde el fondo de su creación, una mujer derriba la orfandad del orbe: Flor de María Ayala Leonardi.
Niño aún, en un cuaderno de mi hermana Rosaura, leí un poema de Flor de María, ese fue el primer conjuro. Años después, compartiendo charlas, conversatorios y recitales pude comprobar el coraje de su estirpe, el tenor de su compromiso con la pedagogía de la esperanza. Supe de su férrea confianza en la juventud, en las luchas por cambiar la sociedad, acercándose a los jóvenes para comprender sus necesidades, “cuando alguno le decía que pelaba pollos por la noche para cubrir sus estudios, u alguna que trabajaba en un burdel fines de semana y que no terminaba de leer para el lunes, por ejemplo”.
Amiga, maestra, compañera… Con el sentimiento de “Para cantar o morir” se irguió comunicando fe en sus palabras, en el movimiento de sus manos, en la caricia de sus poemas, en el tiempo que puede ser mañana. Me queda su hálito poético, trotando en cada recuerdo, como su sonrisa pulcra e infinita.
Las torcazas saben de arrullos
los árboles de trinos,
y yo no sé por qué / me preguntas:
si sangran las rosas,
si se marchitan los lirios,
al roce del cilicio de tus besos.
No preguntes nada,
mejor otro beso
acaso llueva después / sobre el camino,
acaso te vayas / sin saber que trazaste
el paso de mis estaciones
por este viento que marchita mi canto.
Mejor otro beso,
y así: cuando mis labios se vuelvan polvo
la tierra tendrá el sabor de tu boca,
el perfume de tu piel morena[1].
Mujer y poeta; universo exacto y pleno de vida, luchando a su manera, con la más legítima defensa que puede existir: la hoja de la poesía cortando de cuajo la mala fortuna, para forjar con estoicismo una obra lúcida y fundamental para nuestros tiempos.
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EL DATO: El martes 03 de marzo de 2009 a las 7:30 am falleció Flor de María Ayala.
(Habría que hacer algo más que apelar a la memoria.)
[1] Para seguir soñando, de “Poemas a la sombra del agua” 1984.